Bajar a comprar el pan y tocar el timbre sin miedo a contagiarte y sin llenarte las manos de gel por si acaso...
Quedar con una amiga en la calle, sin mascarilla y pudiendo saludar y hablar con aquellos que te encuentras, sin distancia, sin miedo...
Tomar café, sentarte en una cafetería a tomar una café con una amiga a ponerte al día, y girarte sin pensar si llevas la mascarilla antes de saludar. Aquí hemos estado con bares cerrados hasta hace dos días, y yo no soy de bares, pero si es cierto, que poder tener libertad de quedar el viernes a tomarte un vino o alguna mañana a tomar café si lo echo de menos.
Comprar flores, ojo, ahora también puedes comprar, claro que sí, pero para mi ya no es lo mismo, imagino que el ambiente hace mucho. Si os tengo que ser sinceras, una de las cosas que más echo de menos desde que salí de Valencia es la floristería que tenía debajo de casa. Una floristería de barrio, pequeñita pero perfecta, desde que dejé Valencia no he vuelto a encontrar una floristería igual, y mira que he buscado.
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